El primer hotel emblemático de Canarias
El Hotel Hacienda de Abajo consta, dentro de un recinto amurallado, de cuatro edificaciones distribuidas alrededor de un jardín interior, donde antiguamente se ubicó la huerta de la hacienda.
La Casa Principal de Tazacorte, del siglo XVII, constituye un bien inmueble integrante del patrimonio histórico de Canarias. Edificada por don Pedro José de Sotomayor Topete y Massieu , fue su mujer, doña Catalina Cecilia de Sotomayor Topete y Alzola, quien agrega esta casa al vínculo que fundó a favor de su hijo segundo, en cuya descendencia se conserva actualmente.
Su amplación, con nuevas edificaciones de alto y bajo, responde a la tradición de añadir a la edificación primitiva cuerpos que hacen que su disposición acabe en L o U, para satisfacer necesidades sobrevenidas, reutilizando maderas, sillares y piedras de edificios hoy desaparecidos: arquitectura sostenible.
La antigua Casa Principal de Tazacorte fue objeto de 2010 a 2012 de una cuidadosa rehabilitación a cargo de la arquitecta doña María del Carmen Alemañ García, que, tras la supresión de desafortunados añadidos arquitectónicos, le ha permitido recobrar su apariencia original. Esta casa de planta rectangular, vivienda de alto y bajo, dos cubiertas de teja árabe a cuatro aguas y una excepcional estufa para secar cochinilla, presenta, como las demás viviendas señoriales de la antigua hacienda, un balcón-corredor abierto hacia poniente, mientras que desde su fachada opuesta se podía contemplar la huerta de la hacienda. A la misma se le ha añadido un cuerpo de dos plantas con balcones y dos torreones, que, con magnífica visión del mar y los cultivos, destacan el carácter señorial y casi militar de casa-torre de estas antiguas residencias, ya que, como hace la arquitectura tradicional canaria, las nuevas necesidades se satisfacen añadiendo a la edificación primitiva, normalmente dispuesta en forma lineal, sucesivos cuerpos que hacen que tal disposición acabe en forma de L o de U.
Al mismo tiempo, las edificaciones de nueva construcción que rodean la casa respetan la disposición original de la hacienda azucarera y la tipología edificatoria de la zona, donde la arquitectura doméstica se integra armoniosamente en un paisaje donde el predominio de la caña de azúcar fue sustituido, desde finales del siglo XIX, por el del plátano. Una de ellas constituye una vivienda de alto y bajo con cubiertas de teja árabe y balcones abiertos, mientras que las otras dos son edificaciones de una sola planta con cubiertas de teja árabe que alojan, una, una pequeña capilla que recrea las ermitas de las antiguas haciendas, y, otra, una lujosa Casa de Baños.
Puertas, ventanas y otros elementos arquitectónicos utilizados en las fachadas e interiores de estas edificaciones son, en muy buena medida, ejemplares de los siglos XVII al XIX salvados de la destrucción y representan la mejor colección formada en Canarias en los últimos años. Ello refleja una práctica muy habitual en la arquitectura canaria, como fue la reutilización de maderas, sillares y piedras de edificios derruidos para emplearlos en edificaciones de nueva construcción. Una muestra más de una arquitectura sostenible que conoce el valor de unos recursos naturales escasos y por ello valiosos.
En efecto, la mejor colección de tapices de Canarias, con piezas francesas y flamencas de los siglos XVI al XVIII; una valiosa pinacoteca con obras de los siglos XV al XX; esculturas, muebles y porcelanas chinas desde la dinastía Tang hasta la Qing; muebles europeos de los siglos XVII, XVIII y XIX; delicadas tallas religiosas de los siglos XVI al XIX y toda suerte de otros objetos suntuarios hacen de este hotel una referencia en el panorama artístico de las islas, donde cada rincón se convierte en una sorpresa gratificante para cualquier amante del arte y evoca una época pasada en la que los moradores de esta hacienda se rodearon de los objetos artísticos más exquisitos procedentes, gracias a los intercambios comerciales, de Europa, América y, a través de Filipinas, Asia.